miércoles, 21 de noviembre de 2012

Educación: diagnóstico y reflexión.


Admitimos el derecho a soñar con Galeano: “la educación no será privilegio de quienes puedan pagarla".
De los aproximadamente 90 mil aspirantes a ingresar a la Universidad (bachilleres recientes la mayoría) este año apenas 15 mil lograron entrar a la educación superior pública según datos expuestos por el Ministro de Talento Humano, Augusto Espinosa, el pasado 6 de noviembre en un foro sobre “calidad académica” ofrecido en la Universidad de Cuenca. 
¿Un problema de ahora? No. ¿Una deuda histórica? Desde siempre.
Las nuevas propuestas respecto a la Educación Superior en el país van abanderadas de intensiones como:


·         Calidad académica.
·         Mayor acceso a la educación superior.
·         Investigación en las universidades.
·         Cooperación de las mismas.
·         Interés colectivo.
Las críticas frente a estas propuestas se enfocan, muchas veces, en “la aplicación intempestiva” de reglamentos y mecanismos que el régimen formula para llegar a estas metas, como por ejemplo:
  • ·         Sistema Nacional de Nivelación y Admisión, SNNA.
  • ·         Reglamento de Escalafón Docente .
  • ·         Acreditación de las Universidades.
  • ·         Cierre de las universidades categoría “E” y plan de contingencia.
  • ·         Acreditación de las carreras, etc. 

Otras posturas, en cambio, acusan a las propuestas de mentirosas. Denuncian, según su punto de vista, una intensión de privatización de la educación, de convertir a las universidades en excluyentes (como si no lo fueran históricamente), de atropellos a los derechos laborales de docentes y administrativos.
El problema de estas posturas (además de ser vinculadas a intereses politiqueros en muchos casos) es que las estamos pensando desde la concepción de Estado-Nación que nos dejaron como herencia del sistema capitalista e imperialista, que se asentó en la educación concibiéndola como espacios para generar mano de obra calificada, que a su vez, pueda sostener el sistema que se iba desarrollando en un mundo globalizado. Tuvo éxito.
Repensar la educación, entenderla como esa herramienta del pueblo para desarrollar sus condiciones de vida, en función del bienestar común, nos llevaría a pensar, por ejemplo, que no solo el acceso a la educación debe ser masificada, sino el conocimiento también; que la gratuidad no significa simplemente el no pago de matrículas y aranceles, sino que se trata de generar las condiciones adecuadas para que la gente pueda estudiar y, que además es la posibilidad real de aportar socialmente con el conocimiento adquirido en las aulas.
Las necesidades respecto a la educación superior en el país y en el mundo, no son de reivindicaciones gremiales, sino una urgencia de cambio estructural, entender que las universidades no somos los únicos actores, pero sí parte importante de este cambio. Estos cambios necesitan de un pueblo listo para emprenderlas, pues al repensar la educación, damos la espalda a sectores beneficiados por la propuesta inicial de educación mercantilista. Esa acción tratará de ser bloqueada.
En este escenario, la búsqueda de la nueva Universidad nos involucra como sociedad en actores activos, críticos y propositivos de lo que necesitamos construir. Que no nos ocurra lo de los años 70, (deuda histórica que nos dejaron los entonces actores universitarios): buscar un ingreso indiscriminado de estudiantes a la Universidad, a costa de la calidad académica y su visón social.
Actualmente los jóvenes universitarios organizados para repensar la educación han propuesto como luchas primordiales una III Reforma Universitaria, que potencie a la Universidad como un actor vital en la construcción social; que se fortalezca la educación pública, con gran urgencia, en los niveles básicos y bachilleratos a fin de dar condiciones de inclusión real a los sectores históricamente vulnerados, entre otras plataformas de lucha.   
Como decía Ernesto “el Che” Guevara: los universitarios son capaces de sostener o derrumbar cualquier sistema económico. Entonces, los espectadores con actitud de “lava manos” arriesgan la permanecía de la educación mercantilista, pero tienen y tenemos la opción de trabajar activamente por la construcción de la nueva universidad, de la nueva sociedad.  

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